Viajé, viajé todo lo que pude, especialmente, en mi juventud. Estudié en 3 universidades: Universidad de Málaga, University of Sheffield (RU) y Ewha Womans University en la ciudad de Seúl (Corea del Sur).
De la Universidad de Málaga aprendí a amar la filología y entendí cuánta pasión se necesita para dedicarse a las Letras, porque nadie, absolutamente nadie, le da el valor que tienen (aparte de los que a ellas se dedican). Las Letras son el fundamento del mundo que conocemos. Y no me importa nada más, es un hecho.
De la University of Sheffield en el Reino Unido aprendí quién era la joven Esther y cómo la realia de cada lugar cambia la concepción de nuestro mundo. Es decir, cómo son las cosas, los productos, las estaciones de metro, el pavimento, las señales de tráfico, los mostradores, las oficinas y un largo etcétera y cómo todo esto interviene en cómo nos relacionamos con nuestro entorno y con otras personas, incluyendo, la forma de hablar. Allí entendí en primera persona que existe un ego diferente para cada hablante de cada lengua que una persona llega a albergar en su cerebro. Y esto lo terminé de comprobar en el tiempo que trabajé para una popular ONG malagueña, Fundación Cudeca, muchísimos años después.
De la Ewha Womans University en Seúl (Corea del Sur) aprendí que el esfuerzo es subjetivo. Puede sonar simplón, pero es cierto que el esfuerzo es subjetivo. Lo que no es subjetivo es el nivel de exigencia en función de la cultura. Me sirvió de cura de humildad.
Después realicé dos másteres que me sirvieron en gran medida para demostrarme que era capaz de conseguir terminar una formación de nivel superior: uno en Coaching Personal y otro en Pedagogía de la Enseñanza del Inglés como Lengua Extranjera. Ambas cosas tuvieron un efecto muy constructivo en mí y le dieron una gran solidez a la profesional en comunicación que soy hoy. Aunque, inicialmente, no sean materias relacionadas en forma directa con el mundo de la comunicación, esto es solo en la superficie porque, en la forma y en el contenido, ambas formaciones me dieron un marco de organización mental que necesitaba para poder plasmar todas esas sabidurías, esas que no se estudian en ningún sitio y que vienen, mucho, de la experiencia y la observación.
En el mientras tanto me acerqué una temporada a Totnes, una comunidad de transición en el sur de Inglaterra en el Reino Unido, ubicado en el condado de Devon, donde estudié ecología y sostenibilidad en el Schumacher College junto a Satish Kumar y Vandana Shiva, referentes mundiales de la ecología y el activismo contra los transgénicos. No es que esto haya cambiado el curso de los acontecimientos ni otras maneras de pensar, pero sí nutrió una parte de mí que necesitaba, igualmente, virar hacia el siguiente nivel de conciencia, uno más honesto y más pleno con las personas (no tanto con el planeta, aunque quede bastante feo decirlo así).
Y entre una cosa y otra, mantuve más de diez años de terapia transpersonal. Asunto por el cual me cuesta bastante hacer la vista gorda ante mis propios conflictos. Y es que sigo, de momento, en este lado del trapecio: aquí agarrada he llegado (a través de varios trabajos distintos en gremios completamente diferentes) un puesto en Comunicación y Captación de Fondos para Fundación Cudeca, especialista en cuidados paliativos. Y aquí he estado haciendo el swing del trapecio de un lado al otro, una y otra vez, casi 8 años.
Lo pasé bien. Se me exigió hasta mi plasma. Di todo lo que pude, hasta que ya no tuve más.
Allí me rodé muchísimo en el gremio de la comunicación y cómo funcionan los medios, cómo es trabajar con ellos y cómo es solicitar de sus servicios. Aprendí a pedir: la causa de los cuidados paliativos estaba más que justificada y, más aún, sabiendo que Cudeca había cuidado de mi hermano en sus últimos momentos, ya trabajando yo en la Fundación. La deuda se me hacía eterna, aunque seguí.
Organicé eventos para recaudar fondos y ayudé a otros a hacer lo mismo junto al equipo al que yo pertenecía. Fue una experiencia altamente enriquecedora, aunque también tuve que combinar las buenas experiencias con rachas de tener que posicionarme y luchar por el valor de mis conocimientos (nunca del todo reconocidos). Una de las tareas más importantes que me fueron encomendadas fue reavivar la conexión con los medios de comunicación extranjeros y angloparlantes (especialmente, británica) para recuperar su simpatía: soy consciente y estoy segura de que elevé el perfil de Cudeca a un esplendor máximo en mi trayectoria profesional con la Fundación. Y esto fue posible gracias a mi fortaleza, mi sabiduría, la capacidad de convicción y mi mirada honesta.
Pero todo tiene un final.
En el último swing del trapecio, justo antes de caerme, cogí aire y apreté el masetero. Solté el agarre y quedaron mis manos en el aire, sin saber que miraba vi el suelo y me pareció que casi no estaba. Se acercaba el otro trapecio, no sabía si podría alcanzarlo. Solté mi puesto y anuncié que me marchaba de Cudeca, me costó mucho lanzarme. Y sólo entonces se abrió de pronto el campo de visión y rápido llegaba a mi altura la madera del otro trapecio, ¡salvada!
Hoy, desde este otro trapecio circense donde ya no hay payasos, presento mi proyecto empresarial: Comunicación y Creatividad Brutal. Y es brutal porque creo firmemente en la brutalidad de la honestidad y un mensaje claro. Porque me gustan las palabras que llegan y las historias que se toman su tiempo. Porque lo más brutal que existe no es solo un golpe certero, sino un gesto amable que te alegre la vida, apoyo de verdad. Saber que todo es condicional y, aun así, hacerlo, recibirlo, darlo. Las personas somos pura contradicción, pero también somos plena sabiduría. A muchos solo les falta algo de apoyo para creer en sí mismos y a otros les faltan personas honestas que les guíen en sus tribulaciones con más amor, aunque sea, como digo, todo condicional.
Desde Comunicación y Creatividad Brutal lanzamos el mensaje honesto y claro que a ti te cuesta poner en palabras o visualmente, perfilamos tu literatura y personalizamos nuestro saber para mejorar la relación con los medios de comunicación y con el entorno. Nuestra cultura a tu disposición para que te sirvas de un mensaje claro, honesto y brutal que llegue a más personas con más convicción y realidad.
Nos gusta la cultura, el arte, la literatura. La formación y los retos. Nos gustan los medios de comunicación, nos gustan las personas.
Y ahora sí que puedo contestar a la primera pregunta indirecta, esa de “quiénes somos”. Somos un equipo pequeño de personas con una idea innovadora empresarial común que atiende al deseo personal de Esther Ráez de convertir su sabiduría y su expertise en su forma de forma de vida, de contagiar e inspirar y de alcanzar una meta hacia el bien común social. Porque la historia personal cuenta, porque cada anécdota es una fuente y un recurso, y porque cada mensaje que lanzamos sea recibido y acogido por y para los demás a través de ti.
Brutalmente.
Esther.